Querido Octavio
Tuve ganas de escribirte, pero no se muy bien para decirte qué.
En realidad, esta noche tuve frío y después llegaron las ganas de escribirte, como siempre en estas noches, y se me ocurrió que podía ir a buscarte, se me ocurrió que ibas a estar en el umbral, con el gesto de siempre, que es tan de siempre y tan un poco residual, pero me acostumbré así. Y pensé que iba a entrar a tu casa, y que iba a seguir oliendo a invierno, pero
no estabas
no, no fuí a tu casa pero yo sé que no estabas. No estabas acá tampoco y te juro que dije tu nombre muchas, muchas veces, pero nada.
Y me dió miedo
Que hiciera frío y no estuvieras para prender una vela, o prestarme tu gatito para que me abrigara los pies...
Supuse que ibas a volver pronto, que ibas a venir, todavia sonriendo, todavía lluvia, vos, pero no.
Entonces te digo todo esto, y para despedirme tuve que escribirte, pero siempre me voy a acordar de tu nombre, siempre, y creo que tus abrazos olían a pan, pero no lo se, a veces pienso que ya es un invento, a veces tambien siento miedo de eso, de que seas un invento enorme, de no saber qué fué del verdadero recuerdo de vos, pero me queda el frío, eso no me olvido Octavio, porque ahora hace tanto frío acá
y yo espero el día, y el sol, y quizá un mate. Para esperarte, para que vengas y te cebe, a tu ausencia, tan tu ausencia lúdica, tan tu ausencia horizontal, tan de estepa, tan verdadera, Octavio yo todavía te abrigo acá, para cuando tengas frío.
Y no tengo miedo entonces.
Tuya siempre.
Y un beso grande.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
2 comentarios:
osea...me gustó, pero no tengo nada en particular para decir, más que que no tengo nada en particular para decir.
odio que me presionen.
odio que me presiones.
ajajajjajajajajajja
Publicar un comentario